Mi experiencia con Raspberry Pi

En esta época de desarollo tecnológico, pareciera que 1.2 Ghz de procesador y 1 Gb de memoria RAM no es suficiente para nuestras tareas cotidianas, sin embargo, Raspberry Pi nos demuestra lo contrario.

En la red hay un montón de artículos que hablan de Raspberry, proyectos que van desde el mas sencillo hasta el mas alocado e impensable, sin embargo, este artículo está orientado a mi percepción sobre este aparato y la experiencia que he ganado al adquirir una hace un mes.

Un poco de historia

La primera placa de Raspberry fue oficialmente presentada por la fundación sin ánimo de lucro Raspberry Pi en 2012, con modestos 700 Mhz como procesador de un sólo núcleo y 256 Mb de RAM se convirtió en una de las herramientas predilectas para desarrolladores, makers y científicos locos para dar vida a proyectos que van desde consolas de videojuegos, robots, domótica, centros de entretenimiento y servidores de todo tipo.

Imagen del modelo 1 de Raspberry Pi

Tras su éxito y popularidad, la placa ha tenido un desarrollo continuo, hasta llegar al modelo actual, la Raspberry Pi 4, con unas características nada despreciables, tales como un procesador de 4 núcleos de 1.5 Ghz, de 2 a 8 Gb según se escoja, 2 puertos micro HDMI con soporte de 4K, 2 puertos USB 3.0 y conexión Gigabit Ethernet entre otras características que se pueden consultar acá.

Ahora sí, mi experiencia… Pero no sin antes, un poco más de historia

La primera vez que oí hablar de la placa, creo que fue un par de años o meses después de su lanzamiento, no recuerdo el modelo, pero quería una, ¿Para qué? no tengo la menor idea, pero el concepto de tener un computador tan pequeño, me traía loco, no lograba entender cómo funcionaba, cómo era posible y eso sin duda alguna captaba mi atención. Aunque las placas de Raspberry siempre se han caracterizado por un coste muy bajo, para ese entonces, con los gastos de envío y no sé qué otros trámites, el precio no era tan asequible, por lo menos para mí, así que pronto la idea de tener una Raspberry perdió fuerza, sin embargo, continuaba en mis planes tener una algún día y llevar a cabo los proyectos que veía en la red.

Finalmente, con todo el tiempo libre que nos dejó el 2020, comencé nuevamente a considerar adquirir una, decidí conseguir una Raspberry Pi 3 de segunda mano por sólo 53 dólares, me incliné por este modelo, ya que no quería invertir en un aparato que no cumpliera mis expectativas o que simplemente no fuera a utilizar.

Centralizando todo

Con la Raspberry Pi solucioné un problema con el que venía lidiando desde hace mucho tiempo: no tener información centralizada, o depender del computador donde tenía guardado un archivo para modificarlo desde otro computador. Si un día decidía trabajar desde el portátil y los archivos que necesitaba estaban en el computador de escritorio o viceversa, bien tenía que trabajar desde allí, o encenderlo, copiar la información en una USB, transferirla por SSH, enviarla por correo electrónico, etc. Y aunque ese inconveniente se soluciona trabajando en la nube, servicios de almacenamiento tales como Google drive, dropbox, entre otros, no son una opción para mí, no me siento cómodo con la idea de que en algún momento mi conexión a internet pueda fallar y tenga que hacer un montón de maromas para acceder a mis datos.

Así que dentro de la Raspberry tengo un disco duro externo conectado y 3 servicios:

  • Nextcloud: Donde almaceno mis archivos y contraseñas, ya que cuenta con un gestor de contraseñas bastante eficiente, accedo a ellos desde cualquier dispostivo, ya sea por webDAV, el navegador o la app del celular, una maravilla.
  • Servidor GIT: No se ve como la página web de github o gitlab, todo lo hago a través de consola de comandos, pero me gusta la idea de tener el código que desarrollo en un sistema de control de versiónes.
  • Docker: Ya he hablado de cómo docker me cambió la vida, y aunque no todos los contenedores funcionan con arquitectura ARM (lo cual me parece una deficiencia) y aunque que por ello no he podido migrar todas las imágenes y contenedores a la Raspberry, algunos como los de PHP y mariadb funcionan de maravilla y son los que más utilizo.

Otros usos

He convertido la Raspberry Pi en un asistente de voz con ayuda de mycroft, y aunque es más barato comprar un producto de Amazon o Google, mycroft es open source, lo que me hace amarlo automáticamente y no tener que preocuparme por problemas de privacidad.

Algunas anotaciones

Con todo esto que he escrito, parece que Raspberry estuviera sólo al alcance de gente con un altísimo conocimiento informático, cosa que está muy lejos de la realidad, el sistema operativo oficial de Raspberry, Raspberry Pi OS viene con todo listo para tener un ordenador de mesa funcional, en su página web se encuentran muchísimos recursos educativos, incluso la fundación Raspberry, cuyo objetivo es poner el poder de la computación en las manos de personas al rededor del mundo[1], ha desarrollado un modelo llamado Pi 400, una Raspberry Pi embebida en un teclado.

Raspberry Pi 400

Estoy más que convencido que esta es una solución de muy bajo costo que permite afrontar la virtualidad, en especial en el sector de la educación, una vez rota la barrera y el pavor que genera que Raspberry Pi OS esté basado en GNU/Linux.

Conclusiones

Mi experiencia con la Raspberry Pi no puede ser otra que de satisfacción, no sólo por solucionar mis problemas con un muy bajo costo, lo mejor que me ha dejado es el aprendizaje, poder tener un panorama diferente y un espectro más amplio en lo que respecta a soluciones de software libre para el entorno.

Espero les haya gustado el artículo y se animen a usar una Raspberry Pi.

Referencias

[1] Raspberry Pi Foudation. (s. f.). Raspberry Pi. Recuperado 14 de febrero de 2021, de https://www.raspberrypi.org/about/